Decidiste emprender porque eres muy bueno en lo que haces o porque la vida te llevó a tomar esa decisión.
No importa.
Lo que importa es que ahora tu medio de vida es tu negocio.
Y también el de tu familia, si la tienes.
Así que poca broma.
Lo digo por toda esa gente que cree que, contener un portátil y una conexión a Internet, ya tienen la mitad del camino hecho.
Y de eso nada.
Pero es que además hay algo que pasa en el 97% de los casos y es que, cuando por fin tomas la decisión (pese a que toda tu familia y amigos te dicen que deberías buscar trabajo porque la cosa está muy malita).
Justo en ese momento es cuando te das cuenta de “El Gran F*ck” de todo emprendedor:
Y es que nadie te ha enseñado a llevar un negocio (y mucho menos a vender).
Para ponerle remedio, haces cursos que te hablan de piezas sueltas, pero solo solucionan un problema concreto.
Te hablan de email marketing, de captar leads o de cómo hacer llamadas para cerrar clientes.
Pero no vale con dominar una o dos cosas…
Vivir de tu propio proyecto implica: